Günter Hohf nació en Rheidt, Alemania el 5 de junio de 1927. Hijo de Carlos Hohf Heinrich y Helene Jacobs Schroer. Tuvo 3 hermanos: Carlos, Werner y Hannelore. Llegó a Valparaíso, Chile en barco a fines de noviembre de 1927. Gran sorpresa tuvieron cuando, más tarde, supieron que el barco en el que viajaban llevaba un gran cargamento de dinamita. En el año 1934, la familia Hohf se traslada a Concepción, donde ingresa al Colegio Alemán junto a sus hermanos. Vivían en Prat esquina Chacabuco.
Muy cercano a la colectividad alemana, participó activamente en actividades tanto del Colegio como del Jugendbund (Unión de Juventudes Alemanas) a la cual ingresó en 1940. Se incorporó al grupo de aviación del Colegio Alemán, donde construyen un avión planeador.
Al terminar el colegio, cursa 1 año de Ingeniería Química en la Universidad de Concepción, pero no le gusta y se retira.
Sus amistades son generalmente jóvenes alemanes y miembros de la colectividad. Dentro de este grupo se encuentran, Udo Hauser, Fernando Körner, Pedro Spoerer y Knud Esrom, con los cuales da vida a un proyecto común. Es así como en 1949 fundan nuestra querida 7ª Compañía de Bomberos de Concepción. Se dedicó por entero a desarrollarla y hacerla crecer. Son varios años de trabajo y en ellos desempeña en varias oportunidades cargos como Secretario, Teniente, Capitán y Director. Esta institución pasó a ser el centro de su vida, por lo que todo su mundo y amistades se centraron en esa actividad.
A fines de los años 40, inicia el programa radial La Hora Alemana, junto a su amigo, quien además es fundador de la Compañía; Udo Hauser H. El programa estuvo al aire los domingos por las radios Condor y Radio El Sur, terminando con ésta actividad a fines de la década del 50.
En 1958 entró a trabajar a la firma Mex y Cía. donde desarrolla el resto de su vida laboral.
Se casó con Carmen Cartes el año 1962, con quien tuvo dos hijos: Werner, quien es Voluntario Honorario de la Compañía, y Rosmarie. Con el tiempo se dedicó a su familia, al trabajo y a su querida Séptima, además de otros pasatiempos como la filatelia y los puzzles.
En 1999, celebra el cincuentenario de la compañía junto a sus dos colegas fundadores Pedro Spoerer y Knud Esrom. Los tres reciben el premio cincuentenario de parte de la Compañía por su dedicación y entrega ininterrumpida. Por parte de la Municipalidad de Concepción, recibe la medalla “Vecino Bombero destacado”, y la Junta Nacional de Bomberos de Chile le otorga la distinción de “Bombero Insigne”.
En esa misma Ceremonia, hace entrega del texto original de la Crónica de 50 años de nuestra compañía, escrita por él. En ella, relata la historia y algunas anécdotas que acompañaron su vida bomberil, como la vez en que sufrió graves quemaduras en un incendio en 1953 y según su propio relato vivió lo siguiente:
“ 5 Febrero de 1953: A las 15,50 hrs. se da la alarma de incendio en un pabellón de emergencia de calle Manuel Rodríguez entre las calles Caupolicán y Aníbal Pinto, al cual asisten 8 voluntarios de la Cía. Armamos la Magirus y empezamos el ataque del fuego. Comandancia nos ordena penetrar al interior para tratar de atajar ahí el siniestro, ya que quería salvar la mayoría de este pabellón.
Estos pabellones que estaban en M. Rodríguez en ambos costados eran construcciones de madera de varios departamentos apegados, hechas después del terremoto del año 1939 como viviendas de emergencia, iguales a los que estaban en la Alameda. Eran por lo tanto fácil presa de las llamas. En nuestro caso la intención de Comandancia falló a causa del fuerte viento reinante. El fuego circunscribió a los pitoneros y los rodeó, ya que tampoco había otros pitoneros interiores. Al darme cuenta del peligro que corrían los voluntarios en el interior, decidí cortarles el agua, esperaba que al notar ellos el corte, cumplieran con la orden general que había, que era que se debía abandonar el material en casos de emergencia, aunque éste se perdiera, y ponerse a salvo.
El problema del momento era que se estaba trabajando con presión de bomba y con pitones sin llave. Bernardo con la Magirus estaba muy lejos para avisarle que cortara agua, fuera de la demora que ello implicaba en ir hasta él y volver. Recordemos que la Magirus tenía una bomba a pistones, por lo tanto cuando trabajaba, bombeaba agua sin interrupción, por lo que era imprescindible mantener siempre en cualquier armada bajo agua una salida abierta para desaguar el tendido. De lo contrario la presión reventaba tiras, demasiado costosas.
Para evitar un cierre ocasional en los pitones, habíamos optado por sacarles las llaves para que no sucediera ni siquiera un cierre involuntario. Por lo demás había prohibición absoluta de cerrar gemelos sin cerciorarse que había otro en desagüe. La bomba tenía salida de agua en ambos costados, por lo tanto se podía cerrar uno de ellos, manteniendo abierto el otro, de lo contrario había que parar la bomba.
Por lo tanto me abalancé sobre el gemelo que daba agua al interior, para cortar allí. La maniobra a realizar era: cerrar una salida y desconectar la manguera, luego abrir de nuevo el gemelo para desaguar. Enseguida hacer lo mismo con la otra salida del gemelo. No podía cerrar el gemelo, ya que como indicado, el carro bombeaba y bombeaba, habría reventado unas cuantas tiras.
Mientras efectuaba la maniobra, el calor reinante iba en fuerte aumento y era casi insoportable por la cercanía a que ya me llegaba el fuego. En el preciso momento que terminé la desconexión e iba a arrancar a toda velocidad, el fuego rompe la pared del pabellón a mi lado y una lengua de fuego lanzada por el viento me alcanza. En ese instante sólo sentí como un pinchazo múltiple en el cuello, mientras corría alrededor del pabellón vecino para llegar de nuevo al frente de trabajo. Mientras efectuaba otras desconexiones me pude dar cuenta que en la mano izquierda tenía una gran ampolla reventada por efecto del agua. Por lo tanto Fernando Körner me llevó al Hospital para las curaciones del caso. Allí me atendió el Dr. Klaus Heider, médico joven, amigo de nosotros, que me hizo sufrir mientras limpiaba prolijamente mis heridas. Gracias a esta prolijidad no me quedaron cicatrices en las zonas afectadas. Las heridas en la mano y el cuello se explican por la posición física que tenía en el momento de ser tocado por el fuego: era la misma que tiene un atleta al partir en una carrera de 100 mts., o sea, la mano estaba justo tapando a la cara. Gracias a ello no me quemé la cara junto al cuello.
Por lo menos los pitoneros en el interior del pabellón entendieron la orden, abandonaron el material y se retiraron a tientas, usando las mangueras de guía. En el último tramo de su recorrido fueron auxiliados por algunos carabineros, ya que venían semi-asfixiados por el humo, los que los rescataron en definitiva. Recuerdo que uno de los afectados fue Roberto Kracht, el otro no recuerdo.”
El año 2000 le diagnosticaron una enfermedad circulatoria en sus piernas que le dificulta caminar, por lo que se ve obligado a dejar de fumar.
El 7 de septiembre del año 2008 fue investido como Director Honorario de la Compañía. El 22 de diciembre de 2008, a sus 81 años de edad, fallece don Günter Hohf J. con 59 años de servicio cumplido, quien fuese hasta esa fecha nuestro último fundador vivo perteneciente aún en nuestras filas. Fue velado en su segunda casa, nuestro cuartel, donde se le rindieron los últimos honores a uno de los que dedicaron toda su vida a crear, desarrollar y mantener a nuestra querida Séptima Compañía.
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