Carlos Hauser Berndt, nació un 01 de diciembre de 1919 en Hualqui, Concepción. Realizó el servicio militar en la escuela de infantería en San Bernardo el año 38. Como técnico textil trabajo en la Fabrica de Textil Caupolicán en Chiguayante. Ingresó a la Compañía un viernes 01 de junio de 1951, siendo el 25° voluntario en ingresar a nuestras filas. Al comienzo bastante tímido por su diferencia de edad respecto al resto de los voluntarios y un tanto temeroso respecto a poder cumplir las exigencias del servicio en esa época. Rápidamente tomó confianza y demostró ser un buen voluntario, responsable y cumplidor, buen compañero y amigo. Siempre estaba dispuesto a trabajar por la Compañía, fue parte muy importante dentro de su vida.
Ingresó al Club Aéreo Universidad de Concepción el año 52. Fue parte de la segunda generación de pilotos comerciales del club, junto con Guillermo Beddings R., Juan Méndez P., Jorge Gajardo P. y Bruno Roncarolo Scarabello. Fueron instruidos por don Luis García Vargas y el Teniente de la Fuerza Aérea de Chile, Sr. Manuel Villalobos Johnson y aprendieron a volar en un Fairchild N°0249 PT 19.
Dentro de los primeros años de la Compañía fue activo en el servicio. Participó en los incendios del Club Radical, al costado del Hotel City, ubicado en Barros Arana esquina Castellón, el 17 de febrero de 1952 y el incendio de la sala de química del Liceo de Hombres, ubicado en Victor Lamas esquina Aníbal Pinto, en agosto del 59.
En este último incendio el 2° Comandante, Don Osvaldo Riquelme le solicita a Karl Hauser el “químico de la 7°”. Extrañado y al no comprender la orden que le daba el 2° Comandante, opta por ubicar a Arno Ruff, quien, además de ser Voluntario de la Compañía, era Químico-farmacéutico. Debería ser entonces el químico de la 7°. Arno se presenta con el Comandante, quien nuevamente le repite la misma orden. En ese momento comprende que el 2° Comandante hace referencia al “Conejo”, nuestro carro Mercedes Benz L312 4×4 Metz TLF-16T, ya que éste contaba con estanque de espuma y por eso lo consideraba “carro químico”.
Dedicó su vida laboral a volar en rutas comerciales, trasladando pasajeros y mariscos, en especial los erizos, desde y hacia la isla Mocha. Muchas veces traía de regalo al cuartel y, junto con sendos festines de erizos, se hacía camaradería y se compartía.
Carlos era casado con Doña Inés Ulloa Acuña, médico y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción, quien tuvo un importante rol en la entrada de la mujer a esta carrera.
El viernes 5 de junio de 1963, como todos los viernes en la compañía, se encontraba un grupo de voluntarios en el casino disfrutando de los erizos que había traído nuestro querido voluntario Hauser, quien destacaba en el grupo por su entusiasmo. Felices disfrutaban de dicho festín, con bromas, chistes y mucha conversación. Sorpresa generó cuando, aún con su entusiasmo, Carlos se mostró preocupado. Al día siguiente debía realizar un vuelo de rigor en la mañana a la Isla y debía regresar el domingo en la tarde. Rara fue la sensación que quedó en el ambiente cuando comentó que este vuelo le causaba, por alguna extraña sensación, cierta incomodidad. Motivo por el cual no le entusiasmaba mucho realizar dicho vuelo, algo extraño en Carlos, pero tampoco tenía argumento para no hacerlo.
Como buen septino, al día siguiente cumplió con su obligación y como normalmente lo hacía, voló, piloteando un Bonanza V-35 con tren retractil color amarillo, hacia la Isla Mocha. La isla se ubica a 190 kms. al sur de Concepción, y a 39 kms de Tirúa. Cabe destacar que, para los entendidos en el tema, es una ruta compleja en invierno.
El vuelo Concepción – Isla Mocha tardaba aprox. 50 min.
De regreso, el domingo debía viajar con dos empresarios de Concepción y un cargamento de erizos. Despegó desde el aeródromo privado Bender a eso de las 11:00 am. El tiempo era malo, con fuerte lluvia y fuerte viento. Como protocolo de seguridad a la hora presupuestada, la ambulancia y el carrobomba esperaban el aterrizaje de dicha aeronave, pero nunca llegó.
Las tareas de búsqueda se iniciaron el lunes después de la desaparición, se rastreó toda el área, sin resultados.
Cuantiosos fueron los rumores y mitos alrededor de esta desaparición. Algunos comentaban que se había fugado a Argentina por problemas de dinero, otros juraban que se había ido al sur del país. Corría otro rumor que había encontrado partes del avión que perdió posteriormente. Nada era cierto, nada apareció y nunca nada se encontró. Según los lugareños de la isla, cuentan que se estrelló en el mar 5 minutos luego de haber despegado, a 5 o 6 kms. Al norte de la isla.
Con el pasar del tiempo las esperanzas se fueron apagando, en la Compañía ya se instalaba la idea que no regresaría. Finalmente se detuvieron las maniobras de búsqueda y con eso se confirmaba el miedo de su familia y de nuestra Compañía… Karl Hauser desapareció.
En abril de 1965 la Compañía decide realizar una competencia en honor a nuestro amigo y camarada “Karl Hauser”. Dicha competencia, a realizarse todos los años el 6 de junio, tiene como objetivo que las guardias de competencia puedan demostrar sus habilidades bomberiles a contrarreloj. La guardia ganadora de dicha competencia tendrá el honor de arrear el gallardete del año anterior e izar el gallardete con las iniciales “CH” y el año que corresponda, en el frontis del cuartel. El cual se mantendrá en esa posición hasta el año siguiente. Posteriormente, se lleva a cabo una comida de camaradería como signo de unión y amistad que une a todos los componentes de la Compañía.
La primera competencia se realizó el 11 de junio de 1965, ya que por imprevistos no se pudo realizar el 6 de junio, como se había acordado.
Originalmente, la ceremonia Karl Hauser fue creada para mantener presente el recuerdo de este voluntario, a pesar de que durante varios años había opiniones divergentes en la existencia de la comida de camaradería, de su significado y desarrollo. Con el tiempo, y hasta el día de hoy, se estableció como el acto recordatorio de todos los voluntarios en servicio activo que han partido de este mundo al cuartel celestial.
Los voluntarios al día de hoy que nos han dejado son:
Fuentes: