San Vicente era un famoso balneario, con una gran playa de arenas negras que era bañada por la bahía homónima. Estaba unido a Talcahuano a través de la Avenida Almirante Juan José Latorre, y se podía llegar a ella por ferrocarril, gracias a su antigua Estación San Vicente. También se construyó el Puerto de San Vicente para complementar al Puerto de Talcahuano, lo que incrementó el ingreso de la carga por modo carretero y ferroviario.
En la década de 1990 ocurrió un gran incendio, que amenazó con encender los estanques de industrias petroleras, y fue el precursor de la integración y coordinación de los distintos cuerpos de bomberos y de otros organismos de orden, seguridad y emergencias, que luego evacuó en la formación de un Plan APEL. Este incendio significó la pérdida del puerto artesanal, y de numerosas industrias pesqueras y barcos.
El 6 de marzo de 1993, en la Bahía de San Vicente, la rotura de un ducto de transporte de petróleo mantenía el crudo fluyendo por el puerto. Los trabajos de soldadura llevados a cabo en la embarcación pesquera “Vichuquén”, sumado a la gran cantidad de residuos que acumulaba uno de los principales puertos del país, generarían las condiciones idóneas para el desenlace de la tragedia.
Eran las 4 de la madrugada cuando se comienza a desencadenar uno de los incendios portuarios más grandes registrados en el país, el cual terminaría con 7 plantas pesqueras, sus respectivas instalaciones portuarias, 9 barcos pesqueros, 18 embarcaciones de pesqueros artesanales, 26 embarcaciones de otro tipo destruidas (aprox. un 10% de la flota pesquera de la región), además de 1 persona fallecida y cerca de 1.000 personas desempleadas.
Cabe destacar que San Vicente era considerado, en esa época, como uno de los puertos más importantes del país y representaba un 46,7% de la extracción y/o desembarque de la región en 1990.
El cuerpo de bomberos de Talcahuano, aproximadamente a las 6:00 hrs de la mañana, despacha a las primeras unidades al puerto, quienes rápidamente arribaron al lugar, donde se percatan lo que sería el siniestro. Un espectáculo dantesco.
Con el avance de los minutos el siniestro ya comenzaba a afectar gran parte de los terminales del puerto, la bahía y varias embarcaciones atracadas. Alrededor de las 6:15 de la mañana, por orden del Comandante del cuerpo de bomberos de Talcahuano de la época, Sr. Javier Etcheberry, se da la alarma de incendio. A la distancia se observaba una inmensa columna de humo denso con un resplandor rojo.
A las 07:10 de la mañana se da Alarma General en el cuerpo de bomberos de Concepción. Rápidamente nuestros voluntarios al enterarse se desplazaron al Cuartel para apoyar a la guardia nocturna, que contaba con 7 voluntarios, pensando que no habría suficiente gente. Varios tuvieron que evadir la inquisidora pregunta de los padres: “¿Supongo que tu no vas a ir al incendio….?”, en especial por que en esa época, ante la inexistencia de los teléfonos celulares, muchos se enteraban de las distintas emergencias por la televisión u otros medios de comunicación.
Sorpresa se llevaron al momento de llegar, ya que, debido a las dimensiones de la emergencia, el cuartel se encontraba con gran parte del personal disponible.
Cerca de las 8:00 am son despachadas varias compañías que deben acudir en socorro a Talcahuano, entre ellas la nuestra. Al mando del Teniente 1° de la época, Sr. George Cleveland y manejado por el cuartelero, Sr. José Jara sale raudamente nuestro querido e histórico Renault Camiva G230 Turbo (Clave de servicio: “BK-7”), por ser la única unidad que contaba con un compresor de aire portátil y con una gran cantidad de equipos de aire, que para la época eran escasos.
La dantesca columna de humo se podía ver desde la autopista Talcahuano – Concepción y al momento de ingresar a Talcahuano “se hacía de noche, no se veía el cielo”, debido a la gran cantidad de humo presente en el ambiente. “Parecía una película de guerra, fuego en el mar, en embarcaciones y en las pesqueras.”
La Compañía ingresó por la Capitanía de Puerto (Actual acceso a STVI). La primera misión de la Compañía fue enfriar los estanques de combustibles que se veían amenazados por las llamas. Si bien dichos estanques contaban con sistemas contra incendios no eran suficientes para contrarrestar la alta temperatura del lugar. Una vez logrado, se le solicitó a la Compañía trabajar sofocando las llamas que amenazaban una bencinera, donde se abastecen lanchas pesqueras. Mientras avanzaba la emergencia, se decide armar un grupo con el fin de realizar labores de búsqueda del soldador desaparecido, donde nuestra Compañía aporta personal.
Parte de los grupos que hicieron labores de búsqueda lograron acceder al barco donde se habría originado el incendio, pero por la temperatura que mantenía dicha embarcación las botas comenzaban a derretirse, las plantillas metálicas se calentaban, obligando a los voluntarios a inundarse las botas con agua para evitar quemaduras. Así mismo, la pintura de las embarcaciones cercanas comenzaba a chorrear al mar por la intensidad del calor que había en el ambiente.
Cabe destacar, que mientras el “BK-7” trabajaba en el puerto de San Vicente, nuestro carro Mercedes Benz Metz (B-7) fue despachado a una alarma de incendio en Av. Prat #1340, entre Manuel Rodríguez y J.J.Prieto, donde ardía una ferretería industrial. El trabajo que desarrollaron los pocos voluntarios y postulantes restantes, fue vital para evitar la propagación de este mismo.
Terror y miedo generaban las embarcaciones envueltas en llama, que por el calor, perdían sus amarres, quedaban a la deriva y colisionaban con otras embarcaciones propagando aún más el siniestro.
A la llegada de nuestro Capitán de la época, Sr. Javier Troncoso F. y dirigido por él se buscó extinguir desde un remolcador con pitones espumógeno las llamas sobre el mar, sin tener resultado efectivo, al voluntario que se encontraba a cargo de las maniobras de extinción sobre un remolcador, en conjunto con el Capitán de “Caupolicán”, decidieron realizar una arriesgada maniobra que constaba en acercarse los más posible al fuego, verter liquido espumogeno por la borda y posteriormente, con ayuda de los potentes motores de la embarcación, producir olas de espuma para sofocar las llamas. Esta estrategia se mantuvo durante 2 horas, hasta que aprox. a las 12 del día se estaba dando por controlada la emergencia. Ante las extenuantes horas de trabajo, se le dió instrucciones a todo el personal disponible ir a colación y recuperar energías. Nadie previó el engañoso clima de la bahía que en un par de minuto levantó viento en dirección contraria, volando la capa de espuma, y produciendo la reignición del fuego, que se mantuvo hasta las 17:42 hrs, en la cual nuestros 25 Voluntarios retornan a su cuartel.
Debido este dantesco incendio el Presidente de la época, Sr. Patricio Aylwin se apersonó en el puerto, dando lugar a esto, días más tardes, a sendas cartas de agradecimientos a los Cuerpos de Bomberos.
Fuentes: